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Entonces la reina Ester respondió y dijo:

—¡Oh rey, si he hallado gracia ante tus ojos, y si a su majestad le parece bien, que me sea concedida la vida por mi petición y mi pueblo por mi solicitud! Porque yo y mi pueblo hemos sido vendidos para ser destruidos, muertos y exterminados. Si hubiéramos sido vendidos para ser esclavos y esclavas, yo habría callado; pues tal desgracia no justificaría molestar al rey…

El rey Asuero preguntó a la reina Ester:

—¿Quién es ese, y dónde está el que ha concebido hacer tal cosa?

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